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jueves, 11 de mayo de 2017

Vamos a hablar del retrato fotográfico


Muchas veces encontraremos artículos donde nos cuentan los pasos que tenemos que dar para hacer un retrato. Creo que es algo que no debería ceñirse a unas cuántas normas académicas. Es una especialidad difícil hasta que nos damos cuenta de que es un trabajo de dos.


Para lograr un buen retrato no hay por qué echarle horas, estudiar concienzudamente la posición de las luces, llevar una lista de preguntas para crear un buen clímax con el modelo… Las cosas no son así. Muy poca gente sabe (sabemos) posar y lo más normal es que nos pongamos nerviosos con una cámara mirándonos fijamente con su único ojo. Creo que uno de los secretos mejor guardados es saber crear un ambiente y trabajar sin dudas delante de nuestra víctima.

Antes del día de la sesión, tú tienes que haber hecho la fotografía en tu cabeza. Da igual que no conozcas a la persona, o que nunca hayas pisado el lugar de la sesión. Para evitar sorpresas nada de esto debería pasar. Pero con el poco tiempo del que disponemos puede que no quede más remedio.

En las sesiones comerciales de alto presupuesto todo cambia. Pero con los medios habituales tienes que pensar que todo debería estar resuelto en apenas diez minutos. Y si fotografías a alguien importante puede que no llegues ni siquiera a eso. Si eres bueno, y tienes una biblioteca mental poderosa, los retratos salen. Eso seguro.

¿Quién puede hacer retratos?

Lo bueno es que todos podemos hacer grandes retratos. Cada uno tiene su estilo y ha de encontrarlo. Henri Cartier Bresson confiaba mucho en la primera impresión y el primer disparo. Richard Avedon podía estar horas trabajando sin descanso hasta que el modelo se mostraba totalmente desarmado. Solo disparaba cuando era necesario. Y conseguían obras maestras. Como decía Baudelaire:

El retrato, un género aparentemente tan modesto, requiere una enorme inteligencia. Cuando veo un buen retrato, intuyo lo que le ha costado al artista, primero ver lo que hay ahí y luego adivinar lo que está oculto. Un buen retrato me parece como una biografía dramatizada, o más bien como el drama natural que habita dentro de cada ser humano.
Un buen retrato no es solo un alarde técnico. Todo consiste en contar la historia de esa persona con un disparo. Si en la fotografía llama más la atención la posición de las luces o la calidad óptica del objetivo estamos ante un problema.


La técnica es fundamental, pero nunca más que la psicología del personaje. La obra de los grandes fotógrafos no desmerecen si las comparamos con las pinturas de Velázquez, Rembrandt o Rafael de Sanzio. Son fotografías perfectas, pero si las miramos con frialdad, descubrimos que la técnica está al servicio de la mirada. Cartier Bresson y Avedon no juegan con las luces sino con el momento preciso del disparo. Crean cuando desnudan con la mirada al que tienen en frente del objetivo. Todo lo demás da igual

A modo de conclusión

No os fieis de los consejos (qué paradoja). La luz no tiene por qué caer por la izquierda si el cuerpo está girado tres medios. Nunca hay que dejar de ser psicólogo a la hora de disparar y tener una buena biblioteca de imágenes en tu cabeza. Aquí está la clave. Tienes que conocer bien a la gente y ser rápido a la hora de disparar. La cámara como extensión del ojo.



Los mejores modelos para empezar son nuestros amigos y familiares incautos hasta que tengamos soltura para ver un retrato. Tenemos que estar seguros y no perder el tiempo jamás. Y lo conseguiremos con práctica. A retratar no se aprende con una enciclopedia, se aprende con el tiempo.

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