martes, 23 de mayo de 2017

¿Se puede comer de la Foto Gastronómica?

La fotografía gastronómica es quizá una de las ramas que más llaman la atención dentro de la fotografía. Tiene la capacidad de unir dos mundos fantásticos, a menudo pasionales, llenos de creatividad y sentimientos. La buena foto en este ámbito, es siempre fruto de la sinergia entre dos artistas, el chef y el fotógrafo, aunque detrás de las mejores, solía haber más personal trabajando. Estilistas, encargados de producción, técnicos, ayudantes de fotografía, ayudantes de cocina, etc... Una lista tan larga como grande era el presupuesto, y de eso vamos a hablar. ¿Se puede hoy comer de la Foto Gastronómica?

El sector Gastronómico y la fotografía


Independientemente de la polémica suscitada por las palabras de Jordi Cruz en relación al uso de personal sin remunerar en la alta cocina, el sector gastronómico vive todavía un momento expansivo. Durante los últimos años se ha comportado prácticamente como una burbuja, y esto ha tenido una repercusión evidente en su apartado fotográfico. Aumentó exponencialmente la demanda de imágenes, pero de forma desordenada, por lo que muchos de los empresarios hosteleros buscaron fotógrafos sin especializar en fotografía de alimentos y producto, bien por desconocimiento o quizá solo por precio. Se cayó en lo fácil, fotógrafos con más presencia en redes fueron más demandados, aunque no hubieran hecho una foto a un limón en su vida. Surgieron además grandes grupos de distribución y reparto de comida a domicilio que empezaron a ofrecer sus propios servicios de imagen a pequeños restaurantes como intermediarios, contando con fotógrafos con poca formación, muchas veces sin especializar en gastronomía y con sueldos míseros. Sin olvidarnos del mundo Blog Gastronómico que suele generar imágenes "Low Cost" para infinidad de restaurantes, a cambio de la comida o unos pocos euros en muchos casos. (Ojo, me consta que hay blogs que si se preocupan por mantener el estándar de calidad y trabajan a un muy bien nivel y compitiendo con precios dignos, pero por desgracia, no es la norma). Por otra parte y para rematar, los grandes restaurantes con Estrellas Michelin, se dieron cuenta que ellos no debían pagar por sus fotos, que sus platos eran más bien una oportunidad para el fotógrafo de estar allí frente a su obra, un lujo poder retratarla... Vaya plan para quien ya era un fotógrafo gastronómico...

Trabajar con el Chef mano a mano es fundamental para un resultado excelente
El resultado de todo esto no ha sido positivo como podréis intuir. Hoy apenas se buscan fotos buenas y no se pagan. Creo que el nivel promedio de los trabajos en general está bajando en los últimos años y no solo en foto gastronómica. Actualmente es frecuente encontrarse con fotos amarillentas, mal encuadradas, sin definición, mal iluminadas, con composiciones sucias o mal planteadas... todo vale si es gratis o barato.
Quizá la parte del sector mejor parada ha sido el mundo de las editoriales, y por supuesto los trabajos personales de fotógrafos gastronómicos especializados, que casi por necesidad mental han seguido produciendo imágenes de alta calidad, casi al margen de lo que se exige desde el mercado; que ya solo se mueve por precios a la baja, y en el que resulta una rareza encontrar clientes que busquen la calidad por encima de los costes.

¿Está todo perdido?

Nunca lo está, creo que la mayoría de los fotógrafos, que de alguna manera se vieron inmersos en hacer trabajos de foto gastronómica sin tener experiencia, antes o después si se preocuparon por formarse ante tal reto. Fueron pocos los que no se preocuparon en absoluto por hacerlo bien.
Lo cierto es que el tema debería ser simple, a mi no se me ocurriría hacer foto de bodas o un reportaje para el National Geographic sin formarme previamente. Pienso que ningún fotógrafo, sea aficionado o profesional, debería aceptar encargos en áreas que no domina sin mas. Lo adecuado sería formarse antes de hacerlo.


Para mi el mayor reto está en "educar" a los clientes, costará mucho hacerlo en un país donde, aunque nos sigan gustando las fotos bonitas, el cliente prefiere pagar a un "YouTuber", "Influencer" o a un famoso con miles de seguidores y que diga cualquier cosa de su plato. Es vital tratar de convencer al cliente de que sus fotos sean algo más que enseñar como es el plato, o si lleva o no una guarnición. Debemos provocar un estado de animo en el espectador con nuestras fotos y esto hoy se consigue muy pocas veces.

Hay que tratar de evitar convertir la Foto Gastronomica en una profesión de bajo coste, no se puede seguir así por mucho tiempo. Una sesión de 4 horas, para hacer una "Carta" parcial de un restaurante por menos de 500€ ya es un abuso y por desgracia la tarifa, que de forma velada está calando hoy en el sector, baja ya de los 300€. ¿Cuantos restaurantes se tienen que trabajar para vivir un mes?, pagando facturas, formación, licencias, estudio, impuestos, etc... ¿14 o 15?, es una barbaridad. No hay manera de ser bueno, ni fino, ni hacer algo medianamente interesante con ese volumen de trabajo, si es que lo consigues, que esa es otra.

El futuro

Es difícil saber que va a pasar en realidad, pero es posible un futuro a dos velocidades como en su día pasó en la cocina. Se está abriendo una brecha cada vez más evidente entre la fotografía lenta y la rápida. Por un lado tendremos la foto con un perfil artístico, cuya imagen podrás recordar con intensidad durante mucho tiempo, incluso podrías colgarla en tu pared, o podría acabar en alguna publicación, revista o libro. Por otro la fotografía de consumo, esa foto que ves y olvidas en apenas un segundo y solo sirve para saber, cómo es de grande el plato y si trae patatas. Además existe una variable que toma fuerza inminente, el uso de dispositivos móviles. Una tendencia que ya prácticamente tiene el control en ese tipo de foto gastronómica efímera y rápida y que poco a poco permitirá imágenes más artísticas. Sin duda esto dependerá de quien haga la foto con el móvil.

Taller de Foto gastronómica Profesional - Práctica de emplatado creativo
Los que llevamos ya algunos años especializados y dedicados principalmente a la foto gastronómica vamos a tener que adaptarnos, esto no va a cambiar prácticamente nada si el mercado no lo hace antes. En nuestra mano está aportar a otros esa formación mediante Talleres de Fotografía Gastronómica. Casi un regalo para los que vienen con ganas, fotógrafos de todo tipo, a los que dar las herramientas necesarias, para que en la medida de lo posible, sus fotos tengan cada vez más y más calidad, aunque sus clientes ahora no la demanden.

Ahh. me olvidaba ¿y la respuesta? Bueno, si aún no lo tienes claro... ya te digo que casi nadie puede. Hoy es extremadamente complicado comer solo de hacer Foto Gastronómica.
Espero que este artículo no suponga una ofensa para nadie, no es la intención y si me equivoco en algo, por favor házmelo saber. No hay nada que me guste más que aprender cada día.

Puedes ver otros artículos relacionados con Foto Gastronómica aquí:
Últimas tendencias en Foto gastronómica I
Últimas tendencias en Foto Gastronómica II
Qué necesito para hacer Foto Gastronómica

Si quieres ver información sobre mis Talleres de Foto Gastronómica puedes verla aquí:
Taller de Foto Gastronómica Profesional por Pablo Gil

Pablo Gil



Quizá de los pocos afortunados que puede medio "comer" de la foto y lo que fotografía. Aunque alguna vez quise ser fotógrafo de moda, hoy me dedico a la fotografía publicitaria y gastronómica, mucho mejor así… Como apasionado de este mundo, la curiosidad me puede! Desde niño destripo todo aparato que pasa por mis manos, si me dejas una cámara o una lente sabrás hasta donde, sabrás por qué y sobre todo para qué! Luego ya veremos si la devuelvo… entera. :-)
Twitter: @pablogilfoto 
Instagram: @pablogilfoto
WEB: Kamandula.es



3 comentarios:

  1. Voy a ser un tanto crítico con una tendencia que veo en este y otros blogs que consiste en una constante tendencia a quejarse sobre la baja remuneración y la falta de reconocimiento de la fotografía, los bajos y precios y un cierto lloriqueo sobre el malvivir que supone ser fotógrafo y la falta de apreciación de los clientes al trabajo propio. Mis disculpas de antemano si resulta ofensivo, no obstante es mi punto de vista.

    Al cliente las aspiraciones creativas o las pajas mentales del fotógrafo se las trae al pairo. Tanto más es así para un cliente de un restaurante pequeño o el dueño de una cadena pequeña de 3 o 4 restaurantes. Para dicho cliente existe una relación directa entre inversión y beneficio en la que poco entran las aspiraciones creativas o económicas del fotógrafo. Si dicho restaurante tiene un margen de beneficio de 1€ por plato (algo nada raro en los pequeños restaurantes). El empresario sabe que las fotos de los platos en el menú y a la vista incrementarán la compra, lo que no sabe es la cuantía de ese incremento (y a decir verdad yo tampoco).

    Tiene dos opciones, la opción "low cost" por 500€ y la opción high end super professional por 3000€, y francamente no cree que la opción profesional vaya a hacer que se compren 2500 platos más... y francamente yo tampoco. Si tu, o el fotógrafo, está convencido de que SI que va a producir ese resultado, lo suyo es probárselo al cliente, y si no puedes el problema es tuyo, no del cliente. La fotografía gastronómica no tiene ni un pelo de creatividad, es todo negocio. Está muy bien explicado en el propio artículo, al cliente le da igual la foto de la izquierda o de la derecha... pero lo fundamental es que al cliente del restaurante TAMBIÉN le da igual, o por lo menos no le importa tanto como para ser un factor determinante al comprar el plato.

    Y es que parece que se nos olvida que un fotógrafo profesional ofrece un servicio a un cliente que NO es la fotografía en si. Los fotográfos de boda no venden fotos, venden inmortalizar un momento. Los fotógrafos de guerra no venden fotos de guerra, venden información gráfica a agencias de información, la foto no importa... la fotografía gastronómica no es distinta, se vende el fin, vender más platos, atraer más clientes, no el medio en si.

    El fotógrafo,por tanto, como empresario, debe ofrecer un servicio que beneficie a sus clientes y además ser capaz de demostrárselo a los propios clientes. Y si no es capaz, eso es problema del fotógrafo, no del cliente. SI dejamos de entender las motivaciones del cliente a la hora de contratar el servicio y nos centramos en mirarnos el ombligo y hablar de lo poco reconocidos que está la fotografía no estaremos haciendo un mal servicio a nosotros y al cliente.

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  2. En espera de que responda el autor del artículo voy a dar mi punto de vista sobre el comentario de Jorge. Leyendo esa crítica y algunas de las sorprendentes conclusiones a las que llega no creo que Jorge deba preocuparse por ofender al autor, ya que es evidente que no ofende quien quiere sino quien puede.
    Sí, es cierto que abundan las quejas y lloriqueos en el sector, pero es que las personas, incluidos los fotógrafos, tenemos la rara obsesión de querer tener un sueldo digno que nos permita comer caliente tres veces al día. Manías que por lo que veo no todo el mundo parece compartir.
    No se cual ha sido el turbulento proceso mental que le ha llevado a Jorge a pensar que la fotografía gastronómica solo se circunscribe a mesones de raciones, tascas y casas de comida de barrio donde pagar más de 300 euros es todo un lujo. Debería alguna vez hojear un libro de cocina, revistas semanales con secciones de recetas, menus y páginas web de restaurantes de cierto prestigio para descubrir que hay vida fotográfica más allá de las fotos de platos combinados en menús plastificados grasientos. Y esas fotos merecen cuidar los detalles, calidad y, asómbrese, tambien creatividad.
    El autor es un profesional experimentado y posiblemente no aceptaría un encargo por 300 euros, o a lo mejor lo acepta y envía a su "cuñao" con un movil de gama media. Todos contentos, el "cuñao" y el dueño del negocio que no le importan los platos amarillentos. No olvidemos que uno recibe conforme a lo que paga y si "para dicho cliente existe una relación directa entre inversión y beneficio", para el fotógrafo tambien tiene que haberla entre esfuerzo y recompensa.
    Podría seguir, pero dado el papel todopoderoso que le otorga al cliente y que el fotógrafo casi queda retratado como un infame sacacuartos, mejor lo dejamos aquí. Su visión de la fotografía me ha provocado asombro y carcajadas a partes iguales, y eso es de agradecer.
    Pero repito, no se apure, que visto lo visto no ofende quien quiere.

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    Respuestas
    1. Yo no he mentado ninguna de las cuestiones que tu citas. Lo que he dicho es que el deber del fotógrafo autónomo es demostrar a sus clientes que existe un beneficio extra por el precio adicional y que el pago extra es una inversión.

      Plantear el negocio fotográfico como "sueldos dignos" cuando se es autónomo es absurdo. No eres un trabajador por cuenta ajena, eres, a todos los efectos, un negocio y por lo tanto ofreces un servicio a cambio de una remuneración y debe ser rentable. Si no lo es, no es problema del cliente, es problema tuyo.

      Trasladar a los clientes la culpa de la situación del sector sencillamente no tiene sentido. Cuando voy a comprar un ordenador, existe una diferencia enorme entre un Apple y un PC, es labor de la compañía (Apple en este caso) convencerme de que merece la pena gastarme los 1000€ extra. Si Apple se va a la quiebra porque sus productos no se venden (como casi le pasa en los 80 con el reinado del PC) desde luego no es culpa de los clientes.

      La fotografía es como cualquier otro negocio, tiene que proporcionar un valor adecuado al precio y es obligación del que vende hacer que dicho valor sea evidente, no del cliente.

      Yo no he dicho que el cliente sea todopoderoso. He dicho que está en su derecho de decidir donde gasta su dinero y, en eso, tiene control total y absoluto. Tu tendrás derecho a establecer tus tarifas y no bajarlas, pero planteate una cosa, si tus tarifas son justas y proporcionan un servicio al cliente acorde a la inversión realizada, y el cliente no lo quiere pagar, el problema lo tienes tu; o bien las tarifas no son justas, o bien el servicio no le proporciona al cliente lo que quiere o bien el cliente no entiende lo que le estas vendiendo y como le beneficia. Es una de las tres opciones y en todas ellas, el problema, como autónomo y negocio, es tuyo.

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