Mucho se ha hablado - y escrito - sobre la segunda democratización de la fotografía, donde el silicio venía a imponerse con fuerza sobre el haluro de plata. Pero yo hoy quiero dar un paso mas allá, y me atrevería a afirmar que actualmente estamos inmersos en una tercera fase del proceso en cuestión, hecho que se ha consolidado con la incorporación de cámaras de alta gama en nuestros dispositivos móviles de bolsillo, lo que nos permite en todo momento, tener a mano un serio captador de imágenes para dejar testimonio gráfico de cualquier hecho impredecible que pueda acontecer ante nuestras narices.
Cámaras que nos vigilan e inmortalizan desde el rincón mas insospechado |
Salimos a la calle, cámara en ristre - ese pequeño bolsillo de la chaqueta o del ceñido vaquero de corte skinny - pero pocos somos los que deparamos en el desmesurado número de dispositivos concentrados en un mismo lugar y un mismo instante, tomando fotografías "a diestro y siniestro", persiguiendo certificar que hemos estado allí, y posteriormente pasar a compartirlo a través de nuestras redes sociales con la intención de demostrar que nuestras vidas son mucho mas interesantes y divertidas que las de nuestros amigos. A su vez, toda esa ingente - y descontrolada - cantidad de información que se genera ocupa un espacio virtual, ya sea cuando nos aseguramos una copia del material en nuestros discos duros o cuando probamos a albergarla en el interesante - y aún temido - servicio de la "nube" que hoy día nos ofrecen cientos de empresas repartidas por todo el mundo. Pero, ¿a cuantas de estas miles de imágenes que generamos, en ocasiones de forma compulsiva y sin control, sacaremos realmente partido?.
Disparos fotográficos a cero céntimos de euro
O
eso creemos...
Con la llegada de la fotografía digital, el hecho de disparar obteniendo resultados in situ y corregir si fuera necesario - método de prueba-error -, ha permitido avanzar rápidamente a muchos jóvenes que emprendían su carrera en el mundo de la imagen, así como a otros que comenzaban a dar sus primeros pasos en esto de la fotografía, a sabiendas que no necesitaban montar en casa el tedioso cuarto oscuro, que solía confinarse en el baño, y suponía la manipulación de químicos y un sinfín de materiales costosos (sin hablar de la riña familiar resultante...). Por otro lado, los que venimos de la etapa analógica, hemos ido descubriendo con el tiempo las bondades de esta forma tan atractiva de tomar fotografías (aún algunos se muestran reticentes al cambio), pero seguimos manteniendo un modus operandi propio de aquella época, donde las fotografías se contaban de 12 en 12, de 24 en 24 o de 36 en 36, y cada vez que posábamos el índice sobre el disparador nos lo pensábamos dos veces antes de accionarlo.
¡Coco! Sonríe... |
A pesar de esta serie de ventajas tan suculentas, debemos ser conscientes que cuando empuñamos nuestro
equipo fotográfico, cada disparo realizado - de forma consciente o inconsciente
- supone un "desgaste" en los mecanismos de la cámara en cuestión (obturador, mecanismo del espejo, botonaduras, gomas,...) que acortan irremediablemente la vida útil de nuestra cámara (sin hablar de las malas prácticas como usar la ráfaga rápida en cada esquina o para inmortalizar "La Piedad" del maestro Miguel Ángel...).
¿Por qué no pensamos / miramos - al menos
solo un poco - antes de cada disparo?
De este modo además de mimar nuestro equipo, conseguiremos generar menos "archivos basura", esos que jamás tendrán
una utilidad clara dentro de nuestros interminables y extensos catálogos de
imágenes, y que fomentan poco a poco nuestro particular síndrome de Diógenes
fotográfico, obligándonos además a adquirir decenas de dispositivos de
almacenamiento y abonar costosas cuotas en los diferentes servicios cloud.
Por otro lado, pensar / mirar antes de disparar, nos permitirá ser mas acertados en nuestras composiciones, en la aplicación de la técnica y por ende esta conducta nos llevará a un desarrollo de nuestro ojo fotográfico y estético, que se traducirá en mejores imágenes, al menos mas pensadas, mas conscientes.
Minimalismo a la hora de disparar y almacenar: menos es mas
Leía
hace poco, navegando entre paparruchadas varias en distintas redes, a
un reconocido fotógrafo de eventos sociales - la archiconocida BBC -, que aseguraba
que en una boda podía generar entre 15000-25000 fotografías... Si, queridos
lectores, yo también lo pensé: ¿se dedica a la fotografía o al vídeo?... La
cifra me desconcertó enormemente, ya que estos números correspondían
aproximadamente a una octava parte de la vida media de un obturador: es decir,
con 8 bodas (e incluso mucho antes), la cámara del susodicho
"metralleta" debía pasar sin excusas por el servicio técnico de la
marca para afianzar la integridad de los componentes internos del sufrido
equipo.
Navegando, sin rumbo, entre miles de fotografías |
Siguiendo con el hilo de la publicación, podemos hacer un cálculo de la
cantidad de tarjetas y dispositivos de almacenamiento necesarios - damos por hecho que en este tipo de sesiones todos disparamos en formato RAW - que debe manejar
este fotógrafo por evento social, sin contar con el desgaste posterior a la hora de cribar esas cantidades astronómicas de bytes, y el tiempo a dedicar en la inevitable edición del material resultante.,. Supongamos una media de 40Mb por archivo RAW:
20000 imágenes x 40Mb = 800.000Mb = 800 gigas = 0,8Tb / evento social de
media... Exagerado!
Por ello, apliquemos la idea que persigue la corriente minimalista: menos es mas... incluso a la hora de generar fotografías.
Conociéndonos como fotógrafos
¿Qué buscamos cuando fotografiamos?
¿Realmente nos sentimos satisfechos con cada uno de esos disparos?
¿Calidad sobre cantidad, o a la inversa?
La meditación como parte del proceso de autoconocimiento |
Es importante responder con sinceridad a esta batería de preguntas, con la idea de dirigir y focalizar nuestras energías - evitando que esta se disperse - hacia una meta lo mas definida posible, y que evitará a medio / largo plazo (e incluso a corto plazo, como en el caso expuesto anteriormente del susodicho fotógrafo) situarnos ante miles de millones de píxeles fotográficos carentes de sentido en una gran proporción, muy alejados de nuestras intenciones como fotógrafos.
Redactado por:
Javier Domínguez "Jadoga"
Un loco enamorado de la fotografía, apasionado del formato cuadrado y la máxima“menos es mas”. Formador y fotógrafo en JADOGA PHOTO-ART. Dirige el grupo fotográfico 1:1, responsable de comunicaciones y redes sociales en Confederación Española de Fotografía y parte activa del proyecto artístico Umelecky. Actualmente esta desarrollando el proyecto fotográfico #CinemaPortraits.
Twitter: @JadogaPhotoArt
WEB: Jadoga.es
No puedo estar más de acuerdo con el autor. Puede que mi afinidad con lo aquí expuesto sea fruto de que también yo pasé por la fase del laboratorio en el cuarto de baño y las consabidas broncas familiares y el número limitado de fotos por carrete que uno trataba de aumentar haciendo maravillas a la hora de montarlos en la cámara.
ResponderEliminarLo cierto es que yo, con mejores o peores resultados, trato de dedicar aunque sólo sea unos pocos segundos a pensar y mirar antes de disparar.
Miguel:
ResponderEliminarLos privilegiados que pudimos vivir desde el disfrute esa etapa de la fotografía, tendemos a mirar desde el ojo del paciente observador, asimilando cada elemento dentro del visor, intentando aportar aire fresco en cada toma, en cada obturación. Sin duda, estas experiencias tras la cámara nos han forjado tal como somos ahora.
Saludos y gracias por compartir su comentario!