Hoy en día, cuando hablamos de efectos visuales en la fotografía, siempre imaginamos que son efectos conseguidos con la inestimable ayuda de Photoshop. Pero eso sería hablar de efectos digitales, no de la doble lectura que permite un buen uso de las ópticas en el momento de disparar.
Si para conseguir un efecto te ves obligado a usar la tecnología digital es que no has podido observarlo en la realidad o recrearlo con algún ingenio. Maestros de este tipo de fotografías hay muchos, desde el famoso Philippe Halsman hasta el más moderno y patrio Chema Madoz.
Los efectos visuales son muchas veces fruto de la casualidad o que el fotógrafo lleva mucho tiempo haciendo cálculos para disparar justo en el momento en el que el sol parece estar en las manos del presidente de los Estados Unidos o para que la luna parezca un aro olímpico. Uno y otro son difíciles de conseguir, aunque los segundos son muchos más originales.
Primer caso
Es imposible saber cuándo se pusieron de moda, pero dentro del mundo del turismo de masas es obligatorio hacer algunos efectos visuales para demostrar que has ido a un lugar. Estoy hablando ni más ni menos que de las típicas fotos en la ciudad de Pisa y el juego que se traen los visitantes con la manida broma de sujetar la torre inclinada. La gente para en dicha ciudad única y exclusivamente por la fotografía en cuestión, la misma que se harán todos los que pasen por ahí ese día.A partir de este efecto visual, muy fácil de conseguir: sólo hace falta una objetivo angular, un diafragma cerrado para aprovechar la profundidad de campo y perder la vergüenza, muchos se han lanzado a conseguir el mismo efecto con otros monumentos en otras ciudades, como puede ser la torre Eiffel de París, con la que muchos juegan de la misma forma. El problema de esta historia es la falta absoluta de originalidad.
Segundo caso
El otro caso que he planteado al principio son fruto de la imaginación y la originalidad del fotógrafo. Con el tiempo, y si no es demasiado complicado, detrás vendrán hordas de turistas para conseguir lo mismo. Seguro que el caso de la torre inclinada de Pisa fue así.
Martín Parr |
Los fotógrafos que están al pie del cañón encuentran de vez en cuando estos efectos visuales que tanto gustan. Muchos podrían hacer una exposición cuya única temática fuera esta. Desde muchos autores anónimos que inundan la red, hasta los clásicos Cartier Bresson o Robert Doisneau que estaban atentos con sus cámaras ante cualquier situación anómala, como un señor que parece tener por cabeza el nudo de una cortina o un gendarme que va a ser devorado por una puerta infernal.
Un caso especial
Y por último están los fotógrafos que han convertido el efecto visual en su estilo. Philippe Halsman llegó a la fama por sus retratos espontáneos de personalidades saltando. Pero con Dalí atomicus recreó unos efectos visuales nunca vistos hasta entonces, gracias al uso de la perspectiva y la alta velocidad, y veintiocho intentos. La fotografía es un reflejo perfecto de la personalidad de Philippe Halsman.Dalí Atomicus |
Por ejemplo cuando con una cremallera abre la sombra para ver la luz; o cuando la luz de una ventana se convierte en cuatro hojas donde escribir; o cuando el humo de un cigarrillo es en realidad un camino...
Los efectos visuales no son difíciles de crear o de fotografiar. Sólo hay que tener imaginación y saber ver de otra manera.
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