El protagonista de esta entrevista Oriol Alamany es uno de esos fotográfos totales. Aunque en esta propia entrevista le "califico" como fotográfo de viajes, esto no es sino una forma "suave" de resumir su obra fotográfica que entiende la fotografía como un "todo" al dominar prácticamente la totalidad de disciplinas, utilizando éstas como herramientas para alimentar tecnicamente sus trabajos.
La obra de Oriol abarca desde la publicación y participación en decenas de libros hasta el haber publicado en las revistas National Geographic, BBC Wildlife, Lonely Planet...por nombrar solo algunas.
Ha recibido diversos galardones en certámenes como el de European Photographer of the Year, Fotopress, Memorial María Luisa o Naturescapes Images of the Year.
Además es miembro de Nature Photo Blog e IEPA y es miembro fundador de AEFONA.
Creo que como carta de presentación es mas que sufuciente para aquellos que no conocieran a Oriol.
A continuación la entrevista concedida a Fuji-Xperience
Aunque tú mismo explicas como saltaste de
combinar tu empleo con la fotografía a ser fotógrafo a tiempo completo, me
gustaría que compartieras con Fuji-Xperience cómo fue el salto a nivel
personal. En definitiva debe ser un salto a vacío.
Durante ocho años combiné los estudios de
Biología y Diseño Gráfico con el trabajo en una tienda de deportes y algunos
trabajos esporádicos como diseñador, técnico en biología o fotógrafo. Hasta que
un día me despedí del comercio donde trabajaba para instalarme como diseñador
gráfico independiente. Ese fue un buen salto al vacío que medité a fondo: de la
seguridad de un trabajo asalariado a la vida incierta del autónomo.
El posterior cambio de diseñador a
fotógrafo fue más gradual y menos traumático ya que fue produciéndose de manera
gradual con el paso de los años. Como me interesaba más la fotografía, cada vez
tenía más trabajos haciendo y vendiendo fotografías que no diseños, hasta que
una cosa acabó substituyendo a la otra.
En aquella época (años 80), en España
casi nadie hacía fotografía de naturaleza. Las editoriales no tenían problemas
para obtener imágenes de elefantes o leones y otra fauna de tierras lejanas a
través de las agencias fotográficas, pero les costaba mucho encontrar imágenes
de abubillas o ranas u otras especies de nuestro país. Éramos tan sólo cuatro
locos los que las hacíamos, por lo que no era tan difícil como ahora
comercializarlas.
Aunque en tu obra se refleja el dominio
de multitud de disciplinas, creo que eres “simplemente” un fotógrafo viajero.
¿Qué te llevo a interesarte por disciplinas como el paisaje o la fauna?
Creo que hoy en día existe la tendencia excesiva
a subdividir la fotografía en disciplinas. Y esta en sub-disciplinas cada vez
más específicas: debes encasillarte como fotógrafo de Street photography, o fotógrafo
de aves, o fotógrafo retratista... Yo me considero un “fotógrafo” más global al
que gustan y práctico diversos tipos de fotografía. Que mi tendencia natural sea
incidir más en temas de naturaleza porque me apasionan de un modo especial, no
significa que no fotografíe también ciudades o personas.
Empecé fotografiando animales como
consecuencia de mi afición por observar y estudiar la fauna salvaje. Con el
tiempo eso derivó hacia la fotografía de paisajes naturales, que cada vez me
interesaron más al permitirme expresar mejor la vertiente artística. Y cuando
empecé a tener la independencia y los ingresos suficientes como para descubrir
otros países y animales, no dudé en hacerlo. Me encanta fotografiar en mi país,
pero necesito airearme de vez en cuando,
ver y experimentar cosas nuevas. Es bueno para la mente.
¿Cuál es el lugar o momento de todos los
que has fotografiado que más te ha impresionado?
Con 56 años a mis espaldas, he tenido la
fortuna de ver y fotografiar lugares y especies impresionantes. A veces resulta
difícil escoger y no me limitaré a decirte uno sólo. Como lugares adoro la isla
de Socotra en Yemen, el Kgalagadi Transfrontier Park en Sudáfrica, las islas
Pribilof en Alaska, el Outback australiano en el que he pasado varios meses, el
Reino de Mustang en el Himalaya… Y los Pirineos en Europa.
Mis mejores momentos fotográficos han
sido instantes en la naturaleza que he compartido con animales salvajes: mi
primer oso pardo salvaje en Pirineos fue un momento impresionante, así como mi
convivencia de una semana entera con una familia de armiños. También las
observaciones de Lince ibérico en Andalucía. En el extranjero los momentos
compartidos con los pingüinos en las islas Malvinas en plena tormenta, o
fotografiando al elegante leopardo en Kenia…
Declaras tu amor por África continente
del que para no extenderme sería más fácil enumerar los sitios que no has
visitado que “viceversa”. ¿Qué te atrae tanto? ¿Es la luz tan especial como
dicen?
Tengo la estúpida teoría de que, como el ser
humano proviene de África, cuando vamos allí nos sentimos emocionalmente “en
casa”. Yo me siento muy cómodo allí. Y la naturaleza es primigenia,
espectacular, dura y salvaje, sin concesiones. Una maravilla para el fotógrafo
de fauna salvaje y paisajes.
Lo de la luz de África se ha convertido
en un mito recurrente cada vez que se le pregunta a alguien que ha estado allí
una o dos veces: el continente es enorme y resulta simplista generalizar. La
luz del Sahara no tiene nada que ver con la de África oriental. Al contrario de
lo que algunos dicen un tanto por sistema, suele ser dura y no siempre ideal
para la fotografía. Y lo digo por haber visitado el continente en trece
ocasiones (pronto serán catorce), desde el norte hasta el sur (ocho países
distintos), algunas veces durante varios meses. Hay luces preciosas, pero
también son frecuentes los atardeceres blanquecinos, sin color, debido al
calor, el polvo o la humedad. La luz es especial en ocasiones, cierto, pero no
generalizaría. Desde un punto de vista fotográfico es más mágica la luz de
lugares como la Patagonia, Islandia o la de Australia, por ejemplo.
El viaje fotográfico es una experiencia
que todo aficionado a esto de apretar el botón debería experimentar. Tu mismo
explicas en alguna de tus publicaciones que “el cuello de botella” para el
fotógrafo es la facturación. ¿Algún consejo para hacer más fácil ese momento?
Existen aeropuertos especialmente quisquillosos yo mismo he sufrido
Heathrow en este sentido y recomiendo evitarlo a favor de Amsterdam
siempre que se pueda. ¿Algún otro aeropuerto “negro”?
El momento de la facturación en un
aeropuerto es como pasar un examen en la escuela. Ciertos elementos pesados
como el trípode y accesorios no imprescindibles deben ir facturados en bodega. ¿Hay
riesgo de que pierdan nuestra maleta? Pues sí, pero no hay más remedio que
asumir el riesgo.
Una mochila de fotografía que se ajuste a
los límites estipulados por las compañías aéreas permite llevar como equipaje
de mano los elementos más caros y delicados del equipo. Pero lo habitual es
pasarse del peso permitido. Como equipaje de cabina suelen estar permitidos
entre 7 y 12 kilos, o ser libre como en British Airways y Easy Jet, una buena
razón para coger billete con estas compañías. Mi Lowepro Pro Runner 450AW suele
pesar en torno a los 15 kg.
Llevar una chaqueta de bolsillos amplios
o un chaleco de fotógrafo permite llevar encima algún cuerpo de cámara u
objetivo para aligerar la mochila. De todos modos mi sistema es intentar pasar
la mochila llena y, tan sólo si me llaman la atención, entonces descargarla de
algo y ponerlo en los bolsillos o colgando. Las compañías suelen aceptar que
lleves colgando una cámara sin especificar de qué tipo. Si por su requerimiento
quito de la mochila una EOS-1D y me la cuelgo al hombro con mi 70-200 mm f/2.8,
acabo de rebajar tres kilos de peso de sopetón.
Otra triquiñuela es, si viajamos
acompañados, dejar el ordenador portátil o una cámara pesada a nuestros amigos
e ir a facturar con la mochila más vacía.
También mis mayores problemas han sido en
Heathrow, donde he tenido que pagar sobrepeso en el equipaje facturado. Y en
los vuelos vía Singapur es clásico perder o retrasar las maletas.
¿Qué proyecto “confesable” nos tiene
preparada la fotografía de Oriol próximamente?
Tras un año 2013 tremendamente viajero,
es posible que 2014 sea algo más tranquilo y me dedique a asentar algunos temas
de los que realizo en España: quiero terminar mi trabajo sobre el Halcón
peregrino en la Sagrada Familia de Barcelona y completar el del Oso pardo en
Pirineos.
Para este año he creado algunos nuevos
talleres de fotografía y también guiaré a un grupo de fotógrafos a las islas
Svalbard y otro a fotografiar los gorilas de montaña de Uganda y Ruanda.
Un proyecto un tanto peculiar es el
encargo que tengo de la Heredad Segura Viudas para fotografiar a lo largo de un
año la biodiversidad en sus viñedos y terrenos del Penedès. Un proyecto
intimista, fotográficamente difícil por el reducido espacio abarcado.
Y, sobretodo, necesito encontrar tiempo
para organizar mi archivo, trabajar en el material obtenido en mi reciente
viaje a Omán, y sacar adelante la nueva web en la que estamos trabajando desde
hace un tiempo.
¿Algún consejo para aquellos que quieran
acercarse a la “fotografía viajera”?
Hay que documentarse en profundidad antes
de la partida y luego, sin embargo, durante el viaje, dejarse llevar por las
circunstancias o la intuición.
A veces he preparado con ahínco algún
proyecto en el extranjero y cuando llegas a aquella localización en concreto te
das cuenta de que no es lo que imaginabas. Más vale pasar página y pasar al
siguiente tema previsto en el viaje.
Para el fotógrafo viajero tan importante
es la fotografía como la vivencia del viaje. Que una cosa no domine sobre la
otra. Disfrutar del viaje, dejarse empapar por las experiencias que vives te
lleva a hacer mejores fotografías.
Para conocer más de Oriol Alamany puedes visitar los siguientes enlaces:
Web: http://www.alamany.com
Blog: http://blog.alamany.com
Facebook: http://www.facebook.com/oriolalamany.photography
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