Todos recordamos con especial cariño algunas de nuestras
fotos. Así estas nos evocan a sensaciones, lugares, momentos especiales para
los que la propia foto es su bote salvavidas para no ahogarse en el olvido.
En concreto esta entrada versa sobre la foto que encabeza
estas líneas.
“Ice” es el título de la misma y supuso para mí un reto a
muchos niveles.
La foto esta tomada en el “Wildlife Park de Madrid”... vamos el
ZOO de Madrid de toda la vida :-). Lo de Wildlife y animales
que no viven en libertad total no es compatible ni aquí ni en Siberia, por mucho
que el MK se empeñe. Por fortuna el ZOO de Madrid no ha optado por sumarse a
esta moda.
Dentro del ZOO de Madrid hay un ejemplar de tigre albino,
que es el protagonista de esta foto. Debo confesar que el animal no era de mis
favoritos, siendo el leopardo que hay cerquita el que me encandilaba. Hablo en
pasado por que hace bastante más de un año que no he vuelto, supongo que sus
motivos tendrán pero me resulta deprimente el estado de las instalaciones
habilitadas para algunos animales… bastante triste es tener que ver a estos
animales en cautividad como para sumarle unas instalaciones claramente
obsoletas… En fin que me voy del tema.
Bien, no siendo mi favorito, vi la foto que quería hacerle y
me propuse tomarla. Para ello debía realizar
numerosas intentonas para lo que adquirí el bono anual para poder entrar en el
recinto.
La idea era realizar una toma con medición puntual
aprovechando el blanco de animal e intentar contrastarlo con un fondo oscuro.
Estaba claro que no podía realizar la toma en las horas
centrales del día, ya que aunque el fondo se podría trabajar y oscurecer en el
PC, quería que la toma de la cámara ya presentara en la medida de lo posible
ese efecto y de paso evitar sombras muy duras en la cara del felino.
El equipo que utilizaba en aquella época era de la marca
SONY, y concretamente esta toma esta hecha con una de sus antiguas FF y el
genial 70-400G el que para mí es el mejor ópticamente de su clase y una de las
dos razones para trabajar con SONY, la otra es el CZ 16-35.
Puesto que realmente no disponía de mucho tiempo durante el
día para realizar la foto, las visitas al ZOO se sucedían muchas veces poco
tiempo antes de que cerraran (entre diario) o en la apertura a primera hora los
fines de semana.
Llego un momento en el que siempre llevaba la A900 o A850
con el 70-400G para salir disparado al ZOO nada más terminar mi jornada
laboral.
Tras cerca de 4 meses de intentar esta toma, no os voy a
engañar, ya empezaba a pensar en dejar el proyecto por imposible. Cuando la luz
y efecto era bueno, la expresión del animal no me agradaba, otras veces estaba
demasiado manchado, no se movía y volvía a casa sin lanzar una sola foto… la casuística
de razones que hacían desechar o directamente no tomar la fotografía deseada
era casi infinita.
Bien cuando me había mentalizado de que esa sería la última
semana de intentonas me dirigí al ZOO
tras salir de trabajar como hacía muchas tardes. No tenía muchas esperanzas, de
hecho acudí a mi cita con el tigre casi por ser consecuente con la
determinación tomada de agotar todas las opciones antes de desestimar el proyecto.
A esas alturas sabía que por la tarde debía colocarme a la izquierda
del foso, sobre un pequeño promontorio de arena (apenas me elevaba 5 cm sobre
el nivel del resto del suelo) que me permitía “esquivar” por los pelos parte de
la vegetación y de los troncos que hacen las veces de barandilla. Es sol a mi
espalda, paciencia y a por ello.
Monté en equipo sobre el monopode y comenzó la espera. Era
uno de esos días en los que las nubes no muy altas se mueven rápido por
corrientes de aire “allá” arriba que no afectan al nivel del suelo. En un
momento vi como eso provocaba esos claros entre las nubes que iluminaban
selectivamente el suelo dejando en una leve penumbra el resto las zonas que no
estaban dentro de ellos.
Tranquilamente el tigre se levanto y fue andando hasta
colocarse en la mejor posición posible, la zona más elevada y con el fondo
uniforme de cemento que además estaba muy oscuro por las lluvias de aquella
semana.
En ese momento sentí como yo estaba en uno de esos claros de
luz y éste avanzaba hacia la posición del tigre. Tres segundos después yo ya
estaba en penumbra y la luz estaba a punto de iluminar al animal. Lo encuadré y
rece por qué me mirara. Por aquel entonces ya había descubierto que hacer
ruidos para llamar su atención o cualquier tipo de treta para captar su
atención era respondida con su total indiferencia (si, lo siento tras más de 4
meses la relación con el animal me había llevado a humanizarle respecto a su
forma de actuar), así que decidí que fuera el azar el que decidiera si me
miraría o no.
Cuando el claro de luz llegaba a la base del alto, el tigre
se volvió hacia mí y me clavo la mirada. Estábamos él y yo solos como tantas
veces, aunque aun en penumbra esto me permitió asegurar el enfoque, en medición
puntual al centro y subexponiendo ligeramente. La luz llego a su rostro, el
permaneció inmóvil mirándome durante 3-4 segundos y el fondo al que aún no había
llegado el claro estaba bastante oscuro en relación al animal. Esos 3-4
segundos fueron uno de esos momentos mágicos que a veces la vida nos regala.
Tuve la oportunidad de tomar 3 fotos sin prisa y tan pronto la luz dejo de iluminarle,
mi querido animal se volvió y continuo su deambular.
Me gusta pensar que aquel animal finalmente accedió a posar para
mí en las mejores condiciones que habíamos tenido en esos más de 4 meses y que
recompenso de alguna manera mi constancia. En cualquier caso fue él quien me
regalo la foto. Y esa quietud y parsimonia con la que aquella tarde paso para
mí fue la que dio lugar al nombre de la foto “ICE”.
Esta foto desde su idea nunca tuvo la pretensión de ser una
foto hiperrealista de naturaleza entre otras cosas por estar tomada en un
recinto controlado. Si generalmente no tengo complejos a la hora de la edición
es este caso mucho menos. Obviamente el
fondo se oscureció, pero no el que rodea al rostro, ese salió tal cual por los
claros de luz que comentábamos. Me permití la licencia de tratar el color de
sus ojos y reforzar el blanco del tigre. Gracias a la nitidez del 70-400 esta
foto a máxima resolución es una autentica gozada en cuanto a nitidez.
Esta es la historia de una foto que recuerdo con especial
cariño, no sólo por el esfuerzo y tiempo empleado, sino por el momento concreto
en el que nació.
Desde aquí una vez gracias a ese animal que me hizo este
regalo.
Buena entrada y excelente foto que demuestra que el trabajo y la constancia dan sus frutos.
ResponderEliminarBonita historia, trabajo, esfuerzo y sobre todo buen resultado. ENhorabuena!
ResponderEliminarGracias a ambos.
ResponderEliminarExcelente!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarGracias, la verdad es que a mi me gusta mucho la foto pero creo que es por la historia....
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